Porque el alcoholismo es una enfermedad

porque-1Artículo publicado en Addictus núm. 1,
marzo-abril de 1994.
ISSN 1405-6569

Qué es al alcoholismo

Dr. José Antonio Elizondo López

Desde tiempos inmemoriales, cuando el hombre nómada trocó la lanza de cazador por el arado que lo convirtió en sedentario, la raza humana descubrió que la fermentación de un buen número de los vegetales que cosechaba producía una sustancia agradable al paladar y agradable a la mente, a la que le dio la denominación de alcohol. Y este alcohol fue domesticado por el hombre y lo introdujo en sus casas, en sus costumbres, en sus ritos y en sus comidas. Y he aquí que este alcohol empezó a atrapar las mentes de algunos —que no de todos— que lo consumían y dio lugar a la destrucción de sus familias, de sus cosechas, de su prestigio y de sus vidas. A partir de entonces, la humanidad se ha tornado ambivalente ante el alcohol, al que por un lado aprecia como esa sustancia maravillosa que lo relaja, desinhibe y le permite olvidar sus penas, y por otro lo considera ese terrible fantasma que destruye familias, provoca crímenes y mata a la gente. Pero realmente, qué es el alcoholismo.

Empecemos por la definición y después haremos un pormenorizado análisis de esta definición para que el lector pueda comprender integralmente el fenómeno y no le quede ninguna duda.

La definición general
El alcoholismo se considera una enfermedad porque el conjunto de fenómenos derivados de la pérdida de control llena todos los requisitos que la medicina exige para considerar como enfermedad a determinado conjunto de signos y síntomas: 1) Tiene una historia natural; 2) Hay un cuadro clínico perfectamente identificado y similar para todos los individuos que lo padecen; 3) Hay una etiología (causas); 4) Una fisiopatogenia (el desarrollo de los factores fisiológicos y patológicos subyacentes a la enfermedad); 5) Un pronóstico; 6) Un esquema terapéutico integral y 7) Una serie de estrategias para su prevención.

Lo que dice la OMS
Ahora, desmenuzaremos y analizaremos exhaustivamente esta definición.

El alcoholismo es una enfermedad crónica, de desarrollo insidioso y evolución progresiva, que se caracteriza por la incapacidad de la persona para controlar su manera de beber, lo que da lugar a que en la mayor parte de las ocasiones el afectado lo haga en forma excesiva y desarrolle problemas en su salud, su familia, su trabajo y en su relación con la sociedad en general. Esta pérdida de control es consecuencia de una dependencia psíquica y física al alcohol que el individuo ha desarrollado por consumirlo en forma frecuente y excesiva durante cierto tiempo y por una predisposición, genéticamente determinada, para la adicción a sustancias.

El alcoholismo antes que nada es una enfermedad: el comité de expertos de la Organización Mundial de la Salud (oms) en el año de 1953 le dio esta categoría, pues reúne los requisitos de un padecimiento humano que puede ser identificado, diferenciado de otros, diagnosticado, pronosticado, tratado, rehabilitado y prevenido dentro de los principios fundamentales del modelo médico.

Apellidos del alcoholismo
Ya fundamentado el porqué el alcoholismo es una enfermedad, pasaremos a abordar su carácter de crónica. No es válido hablar, como se consigna en algunos textos, de Alcoholismo Agudo y Alcoholismo Crónico. No existe el alcoholismo agudo y hablar de alcoholismo crónico es un pleonasmo, pues la sola mención del término alcoholismo lleva implícita su carácter de trastorno crónico. El mal llamado Alcoholismo Agudo se refiere a la intoxicación etílica aguda o borrachera y es importante no confundir estos términos.

El borracho
La borrachera es una intoxicación por consumo excesivo de alcohol. Es cuando una persona llega al estado de ebriedad. Es un cuadro agudo, es decir, una complicación transitoria que tiene unas horas de duración, después de las cuales la persona se restablece completamente.

El alcohólico
En cambio, el alcoholismo es una enfermedad crónica e irreversible (incurable) caracterizada por la adicción al alcohol (dependencia psíquica y física a esa sustancia). Una persona que ha desarrollado el alcoholismo, aunque deje de beber seguirá siendo alcohólica. Un bebedor normal o un alcohólico pueden estar borrachos en un momento dado, pero un alcohólico, aunque no esté borracho, sigue siendo un alcohólico.

El enfermo alcohólico
El término Enfermedad Crónica se refiere a un estado patológico que el individuo tendrá toda su vida. Este desorden crónico podrá tener etapas de control o asintomáticas en donde no se manifiesten los síntomas de la enfermedad, pero esta se mantiene potencialmente dentro del paciente afectado. No hay que olvidar que un gran porcentaje de las enfermedades que se atienden dentro de la medicina son crónicas. Ejemplos de enfermedades crónicas son la diabetes, el reumatismo, las alergias, la insuficiencia coronaria, la epilepsia, el colon irritable, etcétera. Una enfermedad crónica se controla, pero no se cura. Un diabético que siga la dieta prescrita, que tome sus medicamentos hipoglucemiantes regularmente, que asista con disciplina a sus consultas y que se someta regularmente a los exámenes de laboratorio que le solicite el médico, seguramente estará bien controlado de su diabetes y pueda hacer una vida normal, pero no podemos decir que esté curado puesto que, si descuida su tratamiento o come carbohidratos en exceso, su padecimiento se descontrolará y corre el riesgo de caer un coma diabético. Lo mismo ocurre con el alcohólico, mientras no beba su padecimiento estará controlado, pero en cuanto vuelva a beber los síntomas de su enfermedad crónica se volverán a manifestar, poniendo en riesgo su salud e incluso su vida.

Como se reconoce la enfermedad
Pasaremos ahora a analizar el término desarrollo insidioso. Se dice que la enfermedad del alcoholismo tiene un desarrollo insidioso porque es muy difícil precisar el momento en que se declara. En esto radica una de las principales dificultades para el diagnóstico temprano del alcoholismo, y lo más importante: que el sujeto afectado identifique, reconozca y acepte que se le ha declarado una enfermedad que pone en riesgo su salud y su propia vida. La mayor parte de los enfermos alcohólicos reconocen su enfermedad o solicitan ayuda médica cuando ya está muy avanzado el proceso o se ha presentado alguna complicación médica muy grave que está comprometiendo su vida. Igualmente, muchos médicos o psicoterapeutas, por la misma insidia de la enfermedad, no saben reconocerla oportunamente y, en muchos casos, sólo le dan al bebedor problema la categoría de enfermo cuando ha desarrollado alguna complicación médica, como puede ser la cirrosis hepática o el Delirium Tremens (delirio con temblor).

Del uso al abuso
Este desarrollo insidioso radica en que el proceso morboso (enfermo) que conduce al alcoholismo en sus etapas prepatológicas evoluciona muy lentamente (en cinco, diez o más años) y de una forma muy sutil, de modo que casi nadie detecta los síntomas prodrómicos de la enfermedad. Durante la etapa previa a que ésta se declare, no existe mucha diferencia entre un bebedor social y un bebedor problema. Es muy difícil precisar el momento en que el bebedor se convierte en alcohólico. El bebedor ya pasando por ciertas etapas antes de llegar al alcoholismo. Al principio sólo bebe en forma ocasional, más tarde empieza a beber en forma habitual (aquí desarrolla un hábito), luego empieza a consumir alcohol en forma excesiva y cae en lo que se llama abuso del alcohol o bebedor excesivo. Esto ya constituye un problema sanitario aunque todavía no se desarrolla una franca adicción al alcohol, que es justamente la última etapa del proceso que marca el cruce de la frontera entre el bebedor y el alcohólico. La medicina se basa en dos parámetros clínicos para determinar si un bebedor excesivo se ha convertido en alcohólico. Estos dos parámetros son: la Tolerancia y el Síndrome de Supresión.

La Tolerancia se define como una adaptación biológica del organismo al alcohol, por la cual el bebedor necesita mayor cantidad para obtener los mismos efectos que antes lograba con menor cantidad.

Del abuso a la adicción
Cuando aparece el fenómeno de la Tolerancia en un bebedor esto suele resultar muy engañoso, pues lejos de que la cause preocupación siente que ya ha aprendido a beber, cada día aguanta más y, a diferencia de antes, ahora consume grandes cantidades de alcohol sin que se presenten síntomas tempranos de borrachera. En este punto peligroso en que la gente cree que ya aprendió a beber, el bebedor se confía y cada vez consume alcohol en mayor cantidad, con mayor velocidad, durante más tiempo y con más frecuencia. Esta adaptación biológica consiste en una serie de cambios metabólicos de tipo adaptativo que ocurren en la intimidad del hígado y del cerebro, dando lugar a una serie de transformaciones neuroquímicas en las vía metabólicas de degradación del alcohol, lo que finalmente conduce al fenómeno de la compulsión. Esta determina la incapacidad del individuo para controlar su manera de beber, caer con más frecuencia en el exceso alcohólico y presentar problemas de conducta que van a afectar su vida familiar, laboral y social.

Estos cambios neurobiológicos que ocurren en la intimidad del cerebro son irreversibles, es decir, si el sujeto alcohólico deja de beber por un tiempo pero más tarde vuelve a consumir alcohol, el cerebro volverá a reaccionar en la misma forma que la última vez que bebió y tarde o temprano vuelve a aparecer el fenómeno de la compulsión. Esto es lo que los expertos de la oms llaman: «Reinstalación del Síndrome de Dependencia una vez que el alcohólico vuelve a beber».

El segundo parámetro para saber si el bebedor excesivo ya desarrolló una dependencia física al alcohol es el Síndrome de Supresión. Este constituye un conjunto de síntomas físicos y psíquicos que presenta un bebedor problema después de haber bebido excesivamente durante varias horas o días, cuando empiezan a bajar sus niveles de alcohol en la sangre. Lo anterior quiere decir que, una vez alcanzados niveles sistemáticamente altos de alcohol en la sangre, se genera una adaptación metabólica del organismo a estos altos niveles de alcoholemia. Cuando la persona deja de beber, los niveles de alcohol en la sangre empiezan a bajar. Como el organismo ya está adaptado al alcohol, al disminuir la alcoholemia se produce una reacción de desadaptación metabólica, lo que se manifiesta a través de síntomas y signos muy severos que provocan un alto grado de sufrimiento del paciente. Por decirlo en otra forma, el organismo protesta porque se reducen los niveles sanguíneos de una droga a la que ya se adaptó, presentándose dichas molestias que son una forma de alarma para obligar al adicto a que siga bebiendo.

De la adicción a la falta de control
Esta incapacidad de control, que es el síntoma cardinal del alcoholismo, deriva de la ya mencionada compulsión proveniente de las transformaciones neuroquímicas que sufre el alcohólico en la intimidad de su cerebro y también del Síndrome de Supresión. Por el temor de presentarlo, el alcohólico sigue bebiendo para que no disminuyan sus niveles séricos (sanguíneos) de alcohol.

Las consecuencias
Las consecuencias lógicas de esta incapacidad de controlar la manera de beber son la ingesta excesiva de alcohol y los trastornos de la conducta, los cuales dan lugar a la transformación de la personalidad del alcohólico cuando se embriaga. El individuo se torna irresponsable, necio, agresivo, repugnante y peligroso. Desarrolla problemas de salud física y mental como consecuencia de los niveles tóxicos de alcohol que frecuentemente presenta y de los problemas a nivel de su familia, de su trabajo o su escuela y también de tipo legal o de desprestigio social. No es necesario que se presenten estos cuatro tipos de complicaciones para hablar de alcoholismo. Con una sola de estas áreas afectada es más que suficiente para apoyar el diagnóstico.

Herencia y/o aprendizaje
El último elemento de la definición se refiere a la etiopatogenia de la enfermedad. El individuo desarrolla una dependencia psíquica (obsesión por la bebida y necesidad de su consumo para aliviar tensiones) y física (compulsión por la bebida e incapacidad para detenerse una vez que se ha empezado a beber), como consecuencia de dos factores: uno de tipo heredado y otro de tipo aprendido. El factor heredado es una predisposición genética hacia la enfermedad con la cual seguramente nació el individuo. Está ampliamente demostrado el factor genético en la etiología del alcoholismo, ya que todos los alcohólicos tienen un familiar en primero o segundo grado que también lo es, aunque vale la pena aclarar que esta predisposición genética no es determinante para el desarrollo del alcoholismo sino que, necesariamente, tiene que interactuar con los otros dos factores etiológicos de la enfermedad, que son el factor psicológico (vulnerabilidad psicológica para el manejo de las emociones) y el factor sociocultural (estar inmerso en un medio propicio para el consumo inmoderado de bebidas alcohólicas).

El factor aprendido se refiere a la influencia sociocultural que recibe el bebedor. La mayor parte de los bebedores, genéticamente predispuestos hacia la enfermedad del alcoholismo y con una vulnerabilidad psicológica que les dificulta el manejo de sus emociones, son presa fácil de un medio ambiente lleno de mitos, prejuicios y tradiciones culturales que los orillan al consumo frecuente y excesivo de alcohol (bebedor excesivo habitual). El bebedor, al exponer su organismo a niveles sistemáticamente tóxicos de alcohol, induce los ya mencionados cambios neuroquímicos en las vías metabólicas hepato-neuronales, dando lugar a las transformaciones biopatológicas que determinan la dependencia física y por tanto la adicción al alcohol.

Quizá ahora quede un poco más claro el porqué el alcoholismo es una enfermedad compleja, multifactorial (bio-psico-social), que presenta diferentes fases en su desarrollo evolutivo (prealcohólica, inicial, crítica y terminal) y que para su comprensión, manejo y tratamiento requiere de un abordaje interdisciplinario altamente capacitado.

Nota
El doctor José Antonio Elizondo L. es médico psiquiatra, director del CAIPA (Centro de Atención Integral en Problemas de Adicciones).

Visto en: http://goo.gl/qZPZqk

Un comentario en “Porque el alcoholismo es una enfermedad

  1. magnínica exposición, se entiende porque hay más alcohólicos de lo que se piensa. Muchos creen que cuando beben de vez en cuando no so alcohólicos, el problema radica en la compulsión en la manera de beber y los problemas que ocasiona, yo soy de esa categoría, no necesito beber cada mes o cada semana, pero me he metido en varios problemas por la pérdia de control, indudablemente pasamos a ser alcohólicos.

Deja un comentario